[V-S] 6 – Maldito racionamiento!

La edificabilidad fue la piedra filosofal del Siglo XX en España,  ¿seguirá siéndolo? ¿Y seguirá correspondiendo al propietario del suelo dónde se ubica?




En los anteriores posts de esta serie sobre Viabilidad vs Sostenibilidad hemos constatado la aspiración generalizada de resolver las necesidades de regeneración urbana mediante más y más edificabilidad residencial así como el riesgo de que la edificabilidad prevista no sea realmente una fuente de ingresos en entornos de regresión demográfica, como el presente, o el riesgo, más grave aún, de que esta sobreoferta de edificabilidad provoque vaciamiento de otros barrios vulnerables, multiplicando el problema que se pretende evitar, no sería desvestir un santo... sino desvestir a varios.


¿Por qué la edificabilidad tiene esa cualidad de piedra filosofal? Si estuviéramos en un régimen de libre mercado y competencia perfecta, todos los barrios edificarían lo que consideraran oportuno, la vivienda no tendría el precio que tiene y no serviría para financiar los deficits acumulados de mantenimiento de la edificación y de la urbanización.


En el fondo y bien mirado, la pretensión de los propietarios recurrentes de El Bullón no sería tanto poder edificar más, sino que los demás no puedan edificar, quedarse con toda la edificabilidad o casi. En este marco de racionamiento de la oferta de vivienda, la pretensión de más edificabilidad residencial no es otra cosa que disfrutar de barra libre dejando para los demás escasez.


¿De qué valdría la edificabilidad si todos tuvieran barra libre? ¿De qué vale la edificabilidad en el centro del desierto? ¿De qué vale la edificabilidad en Detroit, por poner un ejemplo? La edificabilidad tiene un valor sustancioso en un mercado en que haya demanda y para quién tenga el monopolio de la oferta.


El valor de la edificabilidad no radica, por tanto, en el suelo dónde pueda ubicarse (lo que sobra es suelo, perdonádnos la exageración) sino en la necesidad-demanda y la necesidad es colectiva. Debe tratarse como un recurso escaso y común que no podemos dilapidar para beneficio de unos pocos.


Imaginad un sistema en que la edificabilidad no este racionada, pero que para aprovecharla fuera requisito atender todos los costes que comporta la misma (mantenimiento de los servicios, impacto ambiental, emisiones de CO2, generación de suelo productivo, la alícuota parte de viviendas sociales...), vamos, como si fuéramos un país civilizado. ¿Cómo encajarían las pretensiones de los recurrentes de El Bullón de obtener recursos mediante el aprovechamiento excluyente de la necesidad de vivienda generada por el conjunto de la ciudad?


Estamos en un sistema perturbado, en que la posibilidad de edificar no se generaliza porque se supone que es nociva y debe minimizarse, pero se distribuye gratuitamente aquí y allí postergando a unos en detrimento de otros. En estas condiciones, es lógico que algunos intenten quedarse para sí ese recurso colectivo tan mal administrado, si la edificabilidad racionada no va para los necesitados de El Bullón iría para algún potentado... Y todo vale.


Por cierto, para colmo de la perturbación, ¿qué han conseguido los recurrentes de El Bullón? Que la anulación del plan que les daba una edificabilidad de 5,2 viviendas por cada vivienda actual y, en consecuencia, el renacimiento del plan anterior, con peores condiciones de viabilidad. Les han dado a elegir entre un plan generosísimo y otro menos dadivoso y han preferido la opción menos ventajosa económicamente para los vecinos del barrio, gastándose para ello en abogados el dinero que parece escasearles.


¿Hay alguien a los mandos de este tren?



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Comentarios

  1. ¡Claro que lo hay! Nombrarlo, sin embargo, te adjetiva automáticamente como anti-sistema. Sintomático, visto que nadie desea ser tildado como tal, asumiendo que el "sistema" es bueno. ¡Manda ...! como diría un ex-embajador.

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  2. Es curioso, en algunos paises de Europa no existe el concepto de edificabilidad, ni siquiera lo entienden, y el resultado no ha sido una densificación salvaje sino todo lo contrario. En ningún pais existe la clasificación del suelo con la consiguiente asignación de derechos (vendibles) antes de que los destinatarios se gasten ni un euro (comisones aparte).
    Los españoles somos una isla conceptual en eso que llamamos urbanismo. ¿Será que todos los demás están equivocados?

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  3. Estimado Natxo... un día debatiremos si el (más) ingenuo de entre los dos soy yo ;)

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