¿Y si la renovación es la solución para los ámbitos degradados y vulnerables y la regeneración para la ciudad común?
¡Feliz 2025!
Tal vez este sea buen momento para plantear alguna propuesta novedosa en cuanto a los entornos adecuados para desplegar la regeneración urbana.
La regeneración surge para posibilitar la intervención en los barrios más degradados abordando el problema nuclear de la financiación de la recuperación de las constantes vitales.
Sin embargo, es posible que nos encontremos ante la reedición de aquella fábula en que los ratones dan con la solución a su problema: poner un cascabel al gato! Las actuaciones sobre el medio urbano permiten que los ingentes costes de la intervención puedan distribuirse entre los propietarios de edificaciones que experimenten incrementos de valor a consecuencia la rehabilitación de la edificación, la urbanización y los equipamientos colectivos y las medidas de reinserción de la población afectada. El problema de esta solución radica en que, precisamente, los barrios incursos en procesos de degradación concentran poblaciones con menor capacidad para afrontar las "inversiones" necesarias, a lo que se suma que los llamado a "pasar la gorra", los representantes democráticos, no han sido elegidos para eso.
Por ello, las experiencias de actuaciones de regeneración, en realidad no son más que puntuales y con importantes aportaciones públicas a fondo perdido (normalmente gracias a ingresos "extraordinarios") que se caracterizan por profundizar en las políticas deseducadoras y por su condición de no replicables, por mucho que se etiqueten como actuaciones "piloto".
La planificación de la ciudad se enfrenta al deterioro de sus barrios, deterioro natural por agotamiento de los materiales y obsolescencia de las soluciones urbanísticas y que presenta grados y ritmos diferentes:
- En un extremo, hay barrios que el propio mercado (la especulación inmobiliaria) va remediando la tendencia a la degradación.
- En el otro están los barrios incursos en la espiral de la degradación que, normalmente, es irreversible y cuya regeneración demanda recursos de magnitud inalcanzable.
- Entre ambos extremos típicos están los barrios en los que sus vecinos están a la espera de la oportunidad para mudarse a un barrio más atractivo (lo que los americanos del norte conocen como white flight) y en los que es necesaria la intervención preventiva (recualificación urbana) para que no caigan en la espiral de la degradación.
Para hacer frente a este proceso y evitar el sufrimiento para los residentes de los procesos de degradación, en nuestro modelo económico solo se cuenta con las plusvalías que generan los incrementos de edificabilidad, que normalmente se concentran en las actuaciones de nueva y de renovación de la urbanización. Plusvalías que, a diferencia de lo que produce la fábrica de la moneda, son limitadas, más exactamente, insuficientes para atender las necesidades del reflotamiento de los barrios degradados y la intervención en los barrios que "el mercado" no recualifica espontáneamente.
En ese ejercicio de planificación del futuro de la ciudad bien podrían concentrarse los incrementos de edificabilidad en actuaciones de renovación que incluyan los barrios más degradados, incluso con actuaciones discontinuas que combinen nuevos desarrollos con ámbitos objeto de reordenación, si las densidades edificatorias lo aconsejaran. La herramienta de la regeneración podría utilizarse, con carácter preventivo, para intervenir y mejorar los barrios en que todavía no han huido los blancos.
Por eso la pregunta es, ¿Y si la renovación es la solución para los ámbitos degradados y vulnerables y la regeneración para la ciudad común?
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