Arrese, Arrese, todos contra Arrese ¿Pero qué Arrese?

 



En un reciente artículo de prensa sobre la visión en materia de vivienda de una determinada coalición política y sobre la reciente Ley de Vivienda sintetizaban su propuesta bajo el eslogan “Al fin ha muerto Arrese

Esta referencia a José Luis de Arrese, uno de los padres de la LS56 que moldeó el modelo urbanístico de las Leyes de Suelo del Estado hasta la LS07 y que sigue subyacente en casi todas las leyes urbanísticas de las CCAA, viene a colación de su famosa frase «No queremos una España de proletarios, sino de propietarios». Por cierto, hubiera sido interesante añadir el subtítulo de aquel titular del artículo del ABC que resitúa al debate ¿verdad? (el subtítular decía: "Aspiramos a que la vivienda sea del que la vive y que de la 'renta limitada' pasemos al ideal de la 'venta limitada'").

No hay duda que vivimos en la era de la comunicación, pero sobre todo la de las ideas y eslóganes de fácil digestión. Basta darse una vuelta por todos esos programas radiofónicos y televisivos de opinión para percibir que no hay análisis, ni profundidad. Eso no interesa.

La concepción actual de la propiedad privada de los inmuebles se configura sobre la base de los derechos y los deberes. Sin embargo, resulta llamativo el fuego cruzado a que está sometida tal configuración. Un fuego cruzado que parece tener como único objeto recabar el aplauso de sus acólitos respectivos.

Una de las grandes virtudes de aquella Ley de Suelo de 1956 fue el refuerzo de la propiedad privada, pero no una propiedad privada absoluta o civilista, sino estatutaria que permitiera ser modificada en el futuro, aunque se quedara más en el plano conceptual que en el real. Posiblemente, sea esta la razón de la aversión bilateral a ese derecho de propiedad que tanto unos como otros le profesan. Los unos lo quieren verlo muerto y los otros no lo quieren asumir. Pero lo que parece es que ambos quieren derribar el sistema urbanístico que debiera servir para afrontar los problemas actuales y futuros.

Es muy elocuente que ambos bloques promuevan en su ideario una propiedad ajena o carente de deberes propios y mucho menos urbanos o colectivos. Los unos promoviendo la publificación de todo deber, los otros eludiendo de manera fáctica la aplicación y exigencia de los deberes urbanísticos bajo la consolidación del suelo urbano y la pretendida imposibilidad de desconsolidación, sabedores que nadie quiere cumplir sus deberes y que las administraciones tampoco van a atreverse a exigir esos deberes urbanísticos (los tributarios mucho menos) por lo impopular de la medida.

Obsérvese como ambos confluyen en un objetivo, desmontar la arquitectura de un derecho de propiedad estatutario que sirva para atender los retos urbanos bajo el nuevo paradigma del Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado, que por otro lado todo el mundo cacarea y que nadie se atreve a señalar cómo se debe costear. Para ese nuevo marco y modelo resulta imprescindible un derecho de propiedad con derechos y con deberes reales y efectivos que recaiga en todos y cada uno de nosotros.

Seguramente no será aquel Arrese original el que necesitamos, pero de lo que no hay duda es que necesitamos un derecho de propiedad instituido como bien de mercado libre, que a su vez acuse y refleje en su valor TODOS los deberes para consigo mismo y con la colectividad.

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