Plan España 2050 y la regeneración urbana

¿Hay alguna estrategia para la regeneración urbana a medio o largo plazo?



Como el verano es para leer y reflexionar, en este nos hemos dedicado a leer el documento “ESPAÑA 2050. Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo” para ver que se prevé en materia de regeneración, ese gran reto de intervención sobre el medio urbano.

Pero antes de entrar a valorar las propuestas, es justo que hagamos cuando menos un resumen de las mismas:

Dentro del Plan España 2050 la regeneración urbana se sustancia en un Programa de Rehabilitación de Vivienda y Regeneración que aparece vinculado a tres desafíos: 4ª Transición ecológica, 6ª Desarrollo territorial y al 9ª Bienestar futuro. No obstante, se basa fundamentalmente en el marco de “La transición ecológica que España vivirá en las próximas décadas” y con el cambio en la “forma en la que producimos bienes y servicios” (pág. 188):

Para combatir y adaptarse al cambio climático, nuestro país también tendrá que cambiar la forma en la que produce bienes y servicios. Este cambio será doble. Por un lado, pasaremos de un modelo de economía lineal, como el actual, a uno circular, en el que el valor de productos, materiales y recursos se mantenga durante el mayor tiempo posible, reduciendo al mínimo la generación de residuos y aprovechando al máximo aquellos que no se puedan evitar. Por otro, rediseñaremos nuestra economía para que se vendan cada vez más servicios en lugar de bienes.

Para ello y tal como recogía la L3R en sus EM I a III, se apoya en el sector de la construcción:

El sector de la construcción deberá centrarse menos en la creación de nuevos edificios y más en la rehabilitación, restauración y regeneración de aquellos que ya existen. Los criterios medioambientales serán clave, promoviendo la durabilidad, la reutilización y reciclaje de materiales, el uso de materiales alternativos que reduzcan la huella de carbono, la mayor presencia de infraestructuras verdes (como azoteas o fachadas vegetales), la mejora de la eficiencia energética, la instalación de sistemas que permitan un mejor aprovechamiento de los recursos (como los sistemas de captación de agua de lluvia), y el fomento de la construcción de viviendas de emisiones nulas [véase capítulo 6].

A partir de esas bases y dentro de la descripción del modelo urbano español y sus retos de futuro (págs. 260 a 266) identifica una serie de tendencias (concentración/masificación urbana, incremento de la movilidad y de los desplazamientos, dispersión y densificación urbana donde sea posible -bien por la existencia de espacio disponible, por un aumento de la edificabilidad, o por la rehabilitación de espacios en mal estado-).

Y pasa a señalar los posibles beneficios de la regeneración urbana: “puede ayudar a dinamizar la economía local, disminuir la segregación social, y avanzar hacia la sostenibilidad medioambiental de las ciudades y su adaptación al cambio climático”. Aunque también apunta los posibles riesgos de esa densificación: los precios de la vivienda, la disponibilidad y el acceso a equipamientos urbanos (ej. los educativos, sanitarios, culturales o deportivos) o la salubridad de los espacios públicos y la soledad no deseada.

Igualmente, identifica otros dos fenómenos de nuestro tiempo: la turistificación y gentrificación, que derivarán en un aumento de la segregación y alteración de las dinámicas culturales y vecinales.

Y culmina este bloque con un deseo, la posibilidad de “aprovechar las oportunidades que brindan los cambios sociales, tecnológicos y medioambientales, e implementar las políticas correctas, la España del futuro bien podría acabar teniendo ciudades más habitables, pueblos más vivos y un desarrollo territorial más justo y equilibrado”.

La siguiente referencia de la regeneración urbana la encontramos dentro del bloque sobre como “Mejorar la sostenibilidad medioambiental y la salud urbana”.

Así, el Plan describe las características que las ciudades tendrán o deberán tener en el año 2050: “neutras en carbono, libres de contaminación, mucho más moderadas y circulares en el uso de los recursos, y más resilientes a los impactos del cambio climático, especialmente en lo que respecta a la salud de su ciudadanía”. Para conseguirlo, se tendrán que realizar cambios profundos en:

  • Movilidad sostenible (tiempos y modelos de movilidad, ocupación del vehículo y peatonalización/supermanzanas).
  • Incorporación tecnológica (modalidades de transportes y los modelos compartidos, nuevos modelos de comercio y transporte de última milla).
  • Apuesta por la rehabilitación edificatoria masiva (energética -reducción de la demanda, eficiencia y producción de renovables con autoconsumo- y accesibilidad).
  • Mejora de las ciudades para que sean más verdes, con especies más resilientes y menos demandantes de agua, creando espacios sin ruido e impulsando la construcción de fachadas y azoteas vegetales (la función de sumidero de carbono).
  • Conectividad entre las ciudades (el impulso del ferrocarril y el desarrollo de los nodos de transporte intermodal).

Y, al igual que en el apartado anterior, cierra este bloque con un nuevo deseo: “Todas estas transformaciones plantearán retos importantes a las Administraciones públicas, las empresas y la ciudadanía, tanto desde el punto de vista de movilización de recursos como de gestión de intereses de los distintos colectivos sociales. Pero, bien gestionadas, también supondrán una oportunidad de desarrollo económico y social enorme. Generarán miles de puestos de trabajo en sectores cruciales para nuestro país; producirán ahorros en la factura energética y ganancias de confort en hogares y lugares de trabajo; mejorarán nuestra salud; y harán posible nuevas formas de ocio y de vida en sociedad”. (Solo falta ¡Y la paz en el mundo!).

Finalmente, el documento recoge las previsiones de inversión del Programa de Rehabilitación de Vivienda y Regeneración:

  • 6000 millones de euros, en la rehabilitación de viviendas con motivo de eficiencia energética.
  • 1000 millones de euros para la rehabilitación sostenible de edificios públicos.

¿No os llama algo la atención?

Una vez más, el vacío conceptual, la nula comprensión de lo qué es la regeneración urbana (actuación conjunta sobre los edificios y la urbanización así como la actualización del sistema de servicios con cargo al derecho de propiedad/deber de conservación) y la confusión de la misma con la rehabilitación edificatoria. En el fondo más de lo mismo, ni desafío, ni cambio y mucho menos asumir el reto fundamental del medio urbano, su obsolescencia por el mero paso del tiempo.

Estamos en el año 2021 y han pasado 65 años desde la LS56 y para el año 2050 habrán pasado 94 años desde aquella ley fundacional ¿De verdad creemos que las urbanizaciones existentes durarán hasta entonces? Recordemos que la mayoría de nuestros tejidos urbanos (muchos de ellos precarios ya en el momento de su creación) fueron desarrollados en los años 60, 70 y 80 y no aguantan más, los edificios no se ajustan a casi nada (efectivamente energía y accesibilidad, pero tampoco habitabilidad), la urbanización está agotada (la visible y la que no vemos porque está bajo las aceras), los barrios sin dotaciones públicas, ni equipamientos privados, sin mixtura de usos, carentes de competitividad, en síntesis, carentes de sostenibilidad integrada. La dimensión del reto de la regeneración urbana conlleva una segunda derivada: el ladrillo y el hormigón no pueden ser el tractor de la reactivación de la ciudad, es necesario un esfuerzo de imaginación para cambiar el estilo y que la rehabilitación sea el resultado natural de las medidas iniciales de regeneración. Los escasos fondos públicos deben utilizarse de forma más eficiente.

Sin embargo, la actitud es siempre la misma, mirar a otro lado, la nula asunción/exigencia de deberes y la nula intención de cambiar al o aplicar el modelo que ya tenemos en nuestro ordenamiento jurídico (TRLSR y LVIV en el caso del País Vasco). Una vez más, el habitual sesgo cognitivo sobre la necesidad de intervención sobre lo colectivo y lo común, la ciudad, el espacio público, sin que eso suponga crecimiento urbanístico/edificabilidad, el insostenible demiurgo del urbanismo español. Y mientras, dale que te pego al sálvese quien pueda de la rehabilitación. ¡Qué la ciudad no son solo sus edificios!, ¡qué es más bien todo lo demás, lo que los une!

Si estas son las certezas que alimentan e inspiran esta estrategia, al menos en materia urbanística y de regeneración urbana cabe concluir que nos queda un amplio margen de mejora, siquiera en cuanto a fundamentos y esperanzas de poder llegar a subsanar las necesidades urbanas que tenemos.

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