La ciudad y las disociaciones "peligrosas" (4): Los nuevos modos de participación

ESCUCHAR Y TRANSFORMAR y “El elixir de amor



Hoy nos vamos a la ópera.

El elixir de amor es una ópera bufa de Gaetano Donizetti estrenada en 1832 y ambientada curiosamente en el País Vasco (¡Cómo no podría ser otra manera!) al final del siglo XVIII y cuya aria más famosa es Una furtiva lágrima.

El libreto de la ópera narra las vicisitudes amorosas del joven campesino, Nemorino, y la bella terrateniente, Adina, quien le atormenta con su indiferencia.

Pero en esta historia quien más nos interesa es otro personaje, se trata del Doctor Dulcamara, un vendedor ambulante que se hace pasar por médico, cuando no es más que un charlatán que vende una botella que lo cura todo, “el elixir de amor”. Nemorino, desesperado porque Adina no le hace caso, le compra la pócima con la esperanza de lograr el amor de Adina y para ello es capaz de darle al Doctor todo el dinero que tiene e incluso alistarse en el ejército, a cambio de un dinero que le ofrece el sargento Belcore y que también pretende los amores de Adina, para ir a la guerra, donde es probable que pierda la vida.

Nuestro Doctor Dulcamara es un personaje muy listo, puesto que el elixir que vende no es más que vino de Burdeos (tan cercano a nuestro vino de Rioja y sus barricas de roble francés), que es muy bueno, pero medicamento no es. Y decimos que es muy listo porque vende el elixir bajo la premisa de que sus efectos solo se perciben al día siguiente de la ingesta, con lo que tiene tiempo suficiente para huir antes de que se perciba el engaño.

Tras las idas y venidas de la pareja de amantes, la ópera concluye con el aria “Ei corregge ogni difetto” (Corrige todos los defectos), donde todos, reunidos en grupo, cantan y están de acuerdo en que el elixir ha funcionado, todos corren a comprar botellas del «elixir amoroso» y se unen en un cariñoso adiós al doctor, mientras este ríe y se va a “vender la moto” a otros Nemorinos y Adinas que desean solucionar sus problemas, pero que seguramente no conseguirá solucionar ninguno.

Pulsa aquí para ver Ei corregge ogni difetto

Tras esta nota musical os preguntareis ¿Y dónde está la relación con la ciudad y el urbanismo?

Desde hace tiempo, tenemos conocimiento periódico sobre varios nuevos modos de participación en las intervenciones urbanas y, en particular, en las de regeneración y renovación urbana. La clave estaría en ESCUCHAR y TRANSFORMAR como forma de trabajar y concebir el urbanismo, lo que se concreta en 4 etapas:

  1. Definir un MARCO PREVIO con el alcance, los objetivos y los límites de la intervención.

  2. A partir de dicho marco, realizar un DIAGNÓSTICO PARTICIPATIVO desde la combinación técnica y de la participación ciudadana con asociaciones culturales, sociales, deportivas, vecinales, de comerciantes, de madres y padres, ciudadanía a título individual, para lo que se requiere una buena herramienta de Indicadores Participativos (aquí la ESCUCHA).

  3. Tras el diagnóstico y sus indicadores, se redacta un PLAN INTEGRAL DE ACCIONES DE MEJORA  que se vuelve a contrastar con la ciudadanía (aquí la TRANSFORMACIÓN), que conviene acompañar de algún acto lúdico.

  4. La última etapa es la de CIERRE y SEGUIMIENTO, consistiendo este en nuevos procesos participativos de evaluación y adaptación.

Nuestros Doctores Dulcamara no hacen sino vender vino de Burdeos (que repetimos que está muy bueno) como elixir de amor, esa pócima que lo corrige todo pero que, como en la historia, no es más que un engaño o desvío del problema real. Estos vendedores itinerantes señalan que tratan de abordar el CÓMO hacer la intervención de regeneración urbana, pero al disociar sus técnicas del marco legal, no conducen más que a la ocultación, al engaño, a la futura frustración y probablemente a la deseducación ciudadana.

La pregunta es, ¿Serían los resultados los mismos si se mostrarán las reglas del juego de una manera clara desde el comienzo?

  • Que la participación en las actuaciones regeneración y renovación es obligatoria desde la aprobación del instrumento (incluso cuando haya una minoría significativa que esté en contra), TRLSR 17.5.
  • Que todos los propietarios tienen que contribuir económicamente a la actuación en función del derecho de propiedad (deber de conservación), TRLSR 22.5.
  • Que dicho deber de conservación ha sido aumentado ostensiblemente para poder afrontar desde la integralidad los costes físicos, sociales, económicos y medioambientales que resulten necesarios para regenerar un determinado ámbito, TRLSR 15.3.
Por ello, quizás os preguntéis qué subyace en el modelo del Doctor Dulcamara,
  • ¿Será el vivir eternamente en la angustia de morir en el análisis?
  • ¿Será la eterna socialización de cargas y patrimonialización de los beneficios?
  • ¿Será enarbolar a la ciudadanía para trasladar a la administración la carga de los costes de la intervención urbana de una manera insostenible y acaso injusta?

A pesar de que el vino de Burdeos tenga unas propiedades más que apreciables, no por ello deberíamos dejar de reconocer que no es un medicamento (descartaremos el efecto placebo en esta ocasión) y deberíamos asumir que los procesos de participación se tienen que abordar desde la realidad de nuestra sociedad (de nuestras conductas) y conjuntamente con el marco legal que permite resolver nuestros problemas reales y sin elixires mágicos desde el primer momento. Porque la solución está en nosotros, a no ser que nos guste vivir en la melancolía de Nemorino y su “Una furtiva lágrima”.

Pulsa aquí para ver Una furtiva lagrima- Luciano Pavarotti

Comentarios